Para un amigo

5.11.11 - Creado por María Milagros Brugman
Ya son más de cuatro años. Te conocí un día de agosto del 2007, un martes, porque ni tú ni yo fuimos el lunes y por eso terminamos en el mismo salón de la academia. Hacía frío y vestíamos parecido; tú con una chompa de rayas horizontales rojas con negro y yo, una blanca con negro. Nos sentamos cerca, en la misma columna pero con una carpeta de separación. Creo que queríamos hablar, aunque ambos estábamos con cara de "no quiero hablar con nadie".


Tú me ayudaste con el chimpanzoide, ¿recuerdas? Deberíamos agradecerle que sigamos en contacto hasta ahora. Creo que alguna vez lo hice. Durante los siguientes cuatro meses, nos vimos a diario, me guardaste asiento a tu lado, cada día, con tu mochila en mi carpeta. A pesar de mis tardanzas diarias sabías que no te dejaría solo, porque en ese tiempo éramos los dos frente a todo un salón de normales, y tú eres mi amigo porque para mí eres perfecto así: Opuesto perfectamente a lo normal.

A los pocos días de conocernos salimos para beber. Creo que faltamos a alguna clase para beber. Sobre esa tarde hay cosas que no te he dicho y tampoco pienso decírtelas hoy, sino el próximo año, cuando sean cinco. Un mes después, mi pantalón se mancho con la regla y tuve que atarme la casaca en la cintura. Viste que moría de frío y me prestaste tu chompa, la misma de rayas del primer día. Esa chompa nunca más la usaste, porque se quedo anchada por mi voluptuosa humanidad. Nos pasábamos los días de clase sin hacer clase. Conversar toda la mañana, patearnos los pies. Te robé el celular para llamar a tus amigos y decirte maricón. Pasarnos música, compartir cosas. Fuiste mi psiquiatra en días difíciles y mi almohada para recostarme a llorar de vez en cuando.

Hoy, a un par de días de tu cumpleaños, ha llegado el momento de darte las gracias. Gracias por tu chompa ese día, por todos los tragos compartidos, por salvarme del chimpanzoide, por escribir un post en tu fotolog sólo para mí, por presentarme a tus amigos y hablarles de mí, por recogerme de la academia y darme valor, por contarme que ingresaste e insistir en que yo también podría, por avisarme primero cuando ingresé. Pero principalmente por acompañarme en los días difíciles. En cada uno de los días difíciles que, durante estos cuatro años, han pasado. Y gracias, también, por entender cada una de mis estupideces y entender que soy así, bruta, torpe, tosca, jodida, pero que esa es mi forma de querer.

Te quiero, huevón. Te debo miles de días.

Esta canción es para tí, porque es Brooooooooooody!